Nos referimos al efecto a largo plazo de los alimentos, no a la sensación inmediata de calor que produce una sopa o de frío de un helado.
Como mujer en edad de la menopausia he experimentado en mi propia piel cómo diferentes alimentos agravan o aligeran los sofocos. Por otra parte, soy una persona con tendencia a ser bastante friolera, y también he podido discernir qué alimentos empeoraban esta condición hasta el punto de padecer el síndrome de Raynaud (falta de riego sanguíneo en la punta de los dedos cuando la temperatura es baja).
Alimentos que enfrían: hortalizas con fécula (patata, boniato, yuca, etc.), cereales (trigo, maíz, arroz, etc.), legumbres (garbanzos, lentejas, etc.), azúcar, jarabes, miel, fruta seca (uvas pasas, dátiles, orejones, etc.)
Alimentos que calientan: proteínas animales (carne, pescado, marisco, huevos), frutos secos (almendras, avellanas, nueces, etc.), especies, verduras sin fécula.
Alimentos neutros: frutas
Por lo tanto, unas patatas o boniatos al horno, o un arroz hervido, aunque nos calienten en el momento que lo tomamos, unas horas más tarde el efecto es justo el contrario, de frío.
Los alimentos que contienen una cantidad elevada de carbohidratos complejos perturban la circulación sanguínea enlenteciéndola. El mecanismo que explica este efecto es la glicación, según el Dr. Perlmutter; o ciertas toxinas, como el etileno, derivadas de la digestión de estos alimentos, según la Dra. Campbell-McBride. En el artículo dedicado al Síndrome de Raynaud y neuropatías se explica con más detalle cómo estos alimentos dañan en sistema vascular.
En cuanto a los alimentos ricos en proteínas, el calor interno es achacado a las grasas saturadas de la carne, las cuales aceleran el ritmo cardíaco, según la medicina convencional. La tendencia de salud natural del Higienismo defiende que la consumición de proteínas animales de todo tipo produce toxinas, como el ácido úrico, que el organismo debe eliminar rápidamente, por lo que se activa el sistema cardiovascular. Lo mismo sucede con los frutos secos, las especies y las verduras sin fécula; contienen substancias que deben expulsarse rápidamente, como por ejemplo los anti-nutrientes de los frutos secos (fitatos, lectinas, oxalatos, etc.), las alicinas del ajo y la cebolla, o la curcumina del cúrcuma.
La fruta fresca, sin haber sufrido ninguna transformación, es el único alimento que no perturba la temperatura del organismo.
Como mujer en edad de la menopausia he experimentado en mi propia piel cómo diferentes alimentos agravan o aligeran los sofocos. Por otra parte, soy una persona con tendencia a ser bastante friolera, y también he podido discernir qué alimentos empeoraban esta condición hasta el punto de padecer el síndrome de Raynaud (falta de riego sanguíneo en la punta de los dedos cuando la temperatura es baja).
Alimentos que enfrían: hortalizas con fécula (patata, boniato, yuca, etc.), cereales (trigo, maíz, arroz, etc.), legumbres (garbanzos, lentejas, etc.), azúcar, jarabes, miel, fruta seca (uvas pasas, dátiles, orejones, etc.)
Alimentos que calientan: proteínas animales (carne, pescado, marisco, huevos), frutos secos (almendras, avellanas, nueces, etc.), especies, verduras sin fécula.
Alimentos neutros: frutas
Por lo tanto, unas patatas o boniatos al horno, o un arroz hervido, aunque nos calienten en el momento que lo tomamos, unas horas más tarde el efecto es justo el contrario, de frío.
Los alimentos que contienen una cantidad elevada de carbohidratos complejos perturban la circulación sanguínea enlenteciéndola. El mecanismo que explica este efecto es la glicación, según el Dr. Perlmutter; o ciertas toxinas, como el etileno, derivadas de la digestión de estos alimentos, según la Dra. Campbell-McBride. En el artículo dedicado al Síndrome de Raynaud y neuropatías se explica con más detalle cómo estos alimentos dañan en sistema vascular.
En cuanto a los alimentos ricos en proteínas, el calor interno es achacado a las grasas saturadas de la carne, las cuales aceleran el ritmo cardíaco, según la medicina convencional. La tendencia de salud natural del Higienismo defiende que la consumición de proteínas animales de todo tipo produce toxinas, como el ácido úrico, que el organismo debe eliminar rápidamente, por lo que se activa el sistema cardiovascular. Lo mismo sucede con los frutos secos, las especies y las verduras sin fécula; contienen substancias que deben expulsarse rápidamente, como por ejemplo los anti-nutrientes de los frutos secos (fitatos, lectinas, oxalatos, etc.), las alicinas del ajo y la cebolla, o la curcumina del cúrcuma.
La fruta fresca, sin haber sufrido ninguna transformación, es el único alimento que no perturba la temperatura del organismo.