Neil sufría de fuertes ataques asmáticos de forma casi diaria, la mayoría de los cuales acababan en el hospital. Por supuesto, padecía también desórdenes gastro-intestinales: reflujo, dolor de vientre, inflamación de vientre, flatulencias, heces descompuestas; y también insomnio, problemas del comportamiento, dermatitis, dolor de cabeza y de espalda, y una gran fatiga.
Después de probar una dieta GAPS, y posteriormente una dieta vegana basada en sólo frutas y verudras, la mejoría no era satisfactoria. Solamente se encontraba menos cansado, y había mejorado un poco su dermatitis y dolores. Mi opinión es que la terapia nutricional no dió los efectos esperados debido a que tomaba medicinas cada día.
Los medicamentos producen una toxicidad en el cuerpo tan elevada que la energía vital que se gasta para poder eliminar esta toxicidad del cuerpo es inmensa, dejando prácticamente una cantidad nula para poder realizar la digestión de los alimentos ingeridos. Además, esta toxicidad también perturba la flora intestinal provocando una disbiosis y el síndrome del intestino permeable. Al no poder realizarse la digestión de forma adecuada, los alimentos se convierten en más desechos que eliminar, aumentando todavía más la carga de los sistemas de eliminación. Además, el malestar producido por los esfuerzos de eliminación, el reflujo, heces descompuestas, flatulencia, dolores, etc., impedían un buen descanso por la noche, lo cual no permitía renovar la energía vital. Era un bucle que por desgracia no pudimos romper. La única forma posible de superarlo era o bien dejar de tomar los medicamentos de forma progresiva o hacer un ayuno de varios días con reposo total. Pero ninguna de estas opciones se pueden plantear a los padres, ya supone exponerse a problemas legales y, de todas formas, los padres lo rechazarían.
En general, todo el efecto perjudicial producido por los medicamentos es tan importante que cualquier intento de mejora en nutrición o estilo de vida es imperceptible.
Me he encontrado este tipo de problema también en casos de tiroiditis de Hashimoto, epilepsia e hipertensión. En todos ellos, la persona estaba bajo una medicación que impedía ninguna mejora con terapia nutricional.
Después de probar una dieta GAPS, y posteriormente una dieta vegana basada en sólo frutas y verudras, la mejoría no era satisfactoria. Solamente se encontraba menos cansado, y había mejorado un poco su dermatitis y dolores. Mi opinión es que la terapia nutricional no dió los efectos esperados debido a que tomaba medicinas cada día.
Los medicamentos producen una toxicidad en el cuerpo tan elevada que la energía vital que se gasta para poder eliminar esta toxicidad del cuerpo es inmensa, dejando prácticamente una cantidad nula para poder realizar la digestión de los alimentos ingeridos. Además, esta toxicidad también perturba la flora intestinal provocando una disbiosis y el síndrome del intestino permeable. Al no poder realizarse la digestión de forma adecuada, los alimentos se convierten en más desechos que eliminar, aumentando todavía más la carga de los sistemas de eliminación. Además, el malestar producido por los esfuerzos de eliminación, el reflujo, heces descompuestas, flatulencia, dolores, etc., impedían un buen descanso por la noche, lo cual no permitía renovar la energía vital. Era un bucle que por desgracia no pudimos romper. La única forma posible de superarlo era o bien dejar de tomar los medicamentos de forma progresiva o hacer un ayuno de varios días con reposo total. Pero ninguna de estas opciones se pueden plantear a los padres, ya supone exponerse a problemas legales y, de todas formas, los padres lo rechazarían.
En general, todo el efecto perjudicial producido por los medicamentos es tan importante que cualquier intento de mejora en nutrición o estilo de vida es imperceptible.
Me he encontrado este tipo de problema también en casos de tiroiditis de Hashimoto, epilepsia e hipertensión. En todos ellos, la persona estaba bajo una medicación que impedía ninguna mejora con terapia nutricional.