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El colesterol

Wednesday 22 February 2023


El análisis del colesterol sanguíneo es uno de los más frecuentes y al llegar a cierta edad, el valor suele aumentar a niveles por encima de los establecidos como máximos permisibles para una buena salud.
La medicina recomienda adoptar ciertas medidas a nivel nutricional y de ejercicio físico, pero en caso de no llegar a reducir los niveles, se pasa a la terapia farmacológica con las estatinas.
Está reconocido por la medicina convencional que las estatinas pueden producir efectos secundarios, como daño muscular, hepático, neurológico y aumenta el riesgo de diabetes. Pero debido a la gravedad de los posibles repercusiones que puede llevar asociado un colesterol elevado, como son el riesgo de sufrir un infarto o una embolia, se argumenta que los beneficios de las estatinas compensan los inconvenientes.
¿No hay otra solución que tomar estos medicamentos para controlar el colesterol? ¿Cuál es la razón por la que algunas personas tienen el colesterol elevado?

El problema del colesterol, como bien explica la medicina, es que forma unas placas alrededor de las paredes de los vasos sanguíneos que impiden la circulación sanguínea, con el consiguiente riesgo de padecer graves enfermedades cardiovasculares.

Pero lo que no explica la medicina es por qué razón se producen estas placas de colesterol.

El colesterol tiene diversas funciones en el cuerpo. Es una sustancia necesaria como constituyente de la membrana de todas las células, pero también el cuerpo la utiliza para reparar daños que se han producido en tejidos, tal y como explica la Dra. Campbell Mc-Bride en su libro “Put your heart in your mouth”.

Así pues, cuando por alguna razón los vasos sanguíneos han sido dañados, el colesterol es una de las sustancias necesarias para repararlos, produciendo una especie de “crosta”, al igual que sucede en los rasguños en la piel. Esta protuberancia son las famosas placas de colesterol.

Así que el colesterol se asemeja a la función de los bomberos cuando hay un incendio: van a apagar el fuego, es decir, reparan la herida.

El hígado produce la cantidad de colesterol que el cuerpo necesita en cada momento, y una producción elevada indica que hay una cantidad considerable de daños en los diferentes tejidos del organismo.

Si se disminuye el nivel de colesterol con medicamentos, se ralentiza la función de los bomberos, por lo que los daños no se reparan correctamente.

Evidentemente, tampoco podemos correr el riesgo de que se formen estas placas de colesterol.

Así que la solución es buscar la razón por la que el cuerpo está necesitando tanto colesterol, es decir, por qué se produce un daño en los tejidos.

Principalmente hay dos tipos de sustancias que pueden dañar los tejidos: un agente tóxico y los radicales libres derivados de una reacción inmunitaria o una radiación. Es decir, cualquier enfermedad que active el sistema inmunitario o cualquier sustancia tóxica a la que hemos sido expuestos, sea por el aire, el agua, en los alimentos, etc.

Pero nuestro sistema inmunitario no reacciona de la misma forma en todas las enfermedades. Los mecanismos utilizados difieren según si se dirige contra virus, bacterias, alimentos, tóxicos, alérgenos, etc. ¿Cuáles de estas sustancias son las más probables de causar los daños en los tejidos? Si fuera en el caso de una reacción inmunitaria por virus y bacterias, entonces cuando sufrimos un resfriado, una gripe, etc., aumentaría el colesterol y también lo harían los infartos y embolias, cosa que no sucede. No hay una asociación entre estas dos enfermedades. Tampoco lo hay entre alergias y enfermedades cardiovasculares. Así que lo que nos quedan son los alimentos y los diferentes tóxicos, lo cual es más razonable, ya que esta exposición es crónica, al igual que lo son las enfermedades cardiovasculares.

¿En qué circunstancias el cuerpo reacciona ante alimentos? Pues por una gran cantidad de razones, entre las que se encuentran principalmente: las intolerancias alimentarias, los alimentos genéticamente modificados y otros alimentos sintéticos o artificiales.

En cuanto a las intolerancias alimentarias, las más comunes son los productos lácteos, el gluten y los cereales modernos, los frutos secos, los huevos y la soja. Pero se puede ser intolerante a cualquier alimento.

Para determinar las intolerancias alimentarias existen análisis clínicos que la medicina alternativa utiliza, además de otras diferentes técnicas, como las dietas de eliminación y reintroducción.

Así que las acciones necesarias para disminuir el colesterol son, en definitiva, las mismas necesarias para estar bien de salud: disminuir nuestra exposición a los tóxicos y llevar una alimentación correcta.

Así que quizás las medidas que en un principio preconiza la medicina son correctas: mejorar la alimentación y hacer más ejercicio. El problema es que la dieta recomendada por los médicos para tratar el colesterol, o cualquier otra enfermedad, no es la correcta; no es suficiente simplemente llevar una “dieta equilibrada”. Hay que empezar por investigar posibles intolerancias alimentarias y los tóxicos a los que estamos expuestos (químicos, estrés, radiaciones, emociones negativas, etc.)

Las intolerancias alimentarias no solamente producen problemas asociados a enfermedades cardiovasculares; están implicadas en la mayoría de enfermedades: respiratorias, gastrointestinales, musculares, óseas, inflamatorias, neurológicas, etc.

Me gustaría añadir una reflexión sobre cómo considerar las enfermedades en general. Al igual que tener el colesterol elevado es una reacción de nuestro organismo frente a un agente dañino, y lo que se debe evitar es ese agente, y no entorpecer dicha acción, porque es la forma en que el cuerpo está defendiéndose o reparándose del daño, lo mismo sucede con todas las enfermedades en general.

Tenemos la concepción de que el cuerpo se equivoca cuando aumenta el colesterol, o cuando tiene fiebre, o tos, o mucosidad, etc. Y lo que hacemos es aliviar los síntomas, disminuyendo con medicinas estas reacciones (el colesterol, la fiebre, la tos, etc.). Pero con ello estamos impidiendo que el cuerpo pueda restablecerse correctamente.

Nuestro cuerpo no se equivoca; todo lo contrario, es muy sabio. Así que en general, la forma de actuar debe ser siempre buscar la causa de estas reacciones de nuestro organismo, respetarlas y no impedirlas.

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