En primer lugar, es importante identificar cuáles son las posibles causas del desorden alimenticio. A continuación se exponen algunas de las causas más comunes:
- Compensación por un problema emocional o psicológico: soledad, falta de amor, pérdida de un ser querido, aburrimiento, separación o divorcio, baja autoestima, depresión, ansiedad, enfado, etc.
- Compensación por un problema fisiológico; fatiga, estrés, nerviosismo, falta de placer sexual, problemas de sueño, etc.
En estos casos de compensación de algún tipo, la persona intenta evadirse de sus problemas de la vida comiendo algún tipo de comida reconfortante, la cual produce un aumento de neurotransmisores y endorfinas del bienestar. El problema es que para obtener la misma sensación de bienestar, la persona necesita consumir una cantidad cada vez mayor, creando una adicción a la substancia contenida en aquel alimento, como el azúcar, las grasas, la sal, el glutamato, el chocolate, el café, el té, el gluten, la caseína, etc.
- La comida se utiliza como recompensa por haber sido una “buen/a chico/a”. Esta costumbre puede haberse originado en la infancia. Por desgracia, muchos padres y educadores utilizan los caramelos y dulces como recompensa por buen comportamiento
- La comida se utiliza como castigo por haber sido una “niño/a malo/a”. En este caso, la comida se utiliza de forma auto-destructiva en forma de castigo, como una especie de suicidio lento. Normalmente se trata de personas con una muy baja autoestima y con tendencias depresivas.
- La comida trae la persona de vuelta a su infancia. Algunos alimentos, como la leche o el azúcar, recuerdan la infancia: el amor maternal, la felicidad de no tener preocupaciones, etc. Les sucede a las personas con el “síndrome de Peter Pan”, que no quieren hacer frente a los problemas de la adultez.
- La persona fue educada en la infancia que debía acabarse siempre toda la comida del plato, o bien, tenía que comer mucho para poder ser fuerte y crecer mucho. También puede ser que en la infancia se le dieran a menudo muchos caramelos, pasteles y comida basura.
- La persona sufrió una experiencia traumática, como una violación. Esta persona ha construido una coraza para protegerse a sí misma de posibles futuros abusos. El cuerpo inconscientemente ha decido volverse repugnante a las otras personas para sentirse protegido.
- Falta de nutrientes. Los hábitos alimenticios no saludables pueden llevar a las células a la inanición, las cuales envían mensajes al cerebro pidiendo más comida. Pero aunque la persona coma una gran cantidad de comida, si se encuentra vacía de nutrientes, no va a satisfacer las necesidades del organismo, y produce el mismo efecto (de hecho el efecto es mucho peor) que si no se comiera nada.
- Hipoglucemia. La ingesta de muchos productos refinados como el azúcar blanco y la harina refinada, conllevan un aumento brusco de los niveles de insulina, seguido por un descenso bajo los niveles normales, lo cual crea un estado de hipoglucemia. Si se vuelven a tomar este tipo de productos, se crea un ciclo en forma de picos de sierra de insulina, con los consecuentes efectos sobre el humor, el hambre y la salud en general.
- Resistencia a la leptina. Los productos refinados también llevan a una resistencia a la leptina, que es la hormona que indica cuándo se está satisfecho y se debe parar de comer. Cuando una persona tiene resistencia a la leptina, no puede parar de comer porque no se siente nunca satisfecha.
- Candidiasis. Algunas bacterias y hongos indeseables se desarrollan en el intestino cuando se los alimenta con azúcares y carbohidratos que la persona no puede digerir bien. Estos microorganismos “raptan” a la persona; producen ciertas neurotoxinas que actúan en el cerebro produciendo la necesidad de tomar más de estos alimentos, para que ellos puedan ser bien alimentados.
- Anotar los sentimientos en el momento del impulso o antojo. Si se identifica una fuerte emoción en ese momento, se debería tratar con otras terapias.
- Encontrar substitutos para la comida adictiva: fruta en lugar de azúcar, algarroba en lugar de chocolate, chicorea en lugar de café, cereales sin gluten, etc.
- Practicar una actividad alternativa cuando hay el arrebato de comida en lugar de comer: deporte, relajación, música, lectura, etc.
- Evitar las situaciones de riesgo: pasar delante o entrar en una pastelería o panadería, evitar los pasillos de dulces y comida basura en el supermercado, etc.
- Enganchar “post it” con mensajes positivos en la cocina: “Comeré sano”, “Comeré sólo las 3 comidas principales”, “Comeré la cantidad adecuada”, etc.
- Pensar en las consecuencias negativas de comer productos no saludables o en exceso: “Me sentiré enferma”, “Engordaré”, etc.
- Practicar la alimentación consciente.
- Terapias que pueden ayudar a reprogramar el subconsciente y superar traumas del pasado, malos hábitos y educación equivocada: hipnosis, EFT, psicoterpia, visualización/meditación/rezar, PSYCH-K, PNL, coaching, etc. El “Gabriel Method” es uno de los mejores métodos.
- Identificar posibles intolerancias alimentarias que conllevan un sobrecrecimiento bacteriano.
- Hacer la lista de la compra antes de ir a comprar, planificando las comidas con anterioridad para la semana siguiente.