Origen


El objetivo del primer paso de Living Fully Nourished es encontrar las causas de la enfermedad: intolerancias alimentarias, intoxicaciones, emociones negativas, estrés, desequilibrios nutricionales (físicos, intelectuales, sociales, espirituales, etc.), conflictos o traumas, creencias negativas, etc.  Análisis funcionales de sangre, orina, heces y saliva pueden ayudar a dilucidar estos problemas.

Una enfermedad es una alerta que el cuerpo activa para que nos demos cuenta de que algo debe cambiar en nuestras vidas, Es importante no apagarla y continuar como si nada hubiera pasado, sino descubrir por qué la alarma se ha activado para poder evitar que vuelva a suceder de nuevo. Es necesario encontrar el origen del problema.

Para subrayar la importancia de buscar el origen de un problema de salud, invito a reflexionar en el siguiente ejemplo. Imaginar que una persona no sabe o no cree que beber alcohol es perjudicial. Un día, esta persona empieza a beber alcohol por la noche, y empieza a tener jaquecas por la mañana. En lugar de pensar qué lo ha provocado, simplemente se toma una pastilla y continúa con su vida habitual. Esto es lo que hacemos normalmente: cuando hay un problema de salud, simplemente tomamos un medicamento y continuamos nuestras labores, sin tratar de encontrar cuál fue el causante del problema.

Relación cuerpo-mente-espíritu

El cuerpo, mente y espíritu están estrechamente relacionados. A menudo es difícil discernir si la raíz del problema está en el cuerpo, la mente o el espíritu. La parte más poderosa de las tres es, sin duda, el espíritu, la cual puede sanar al cuerpo y la mente. Pero cuando la fuerza espiritual de una persona es débil, es necesario encontrar una solución desde el punto de vista físico.

Las causas de una enfermedad son normalmente multifactoriales y se suelen dar a la vez varias circunstancias, como estrés y falta de actividad física. Normalmente una condición repercute en las otras: un conflicto emocional puede causar falta de sueño, por ejemplo.

Es necesario mantener un buen equilibrio y cuidar el organismo desde todos los niveles de la persona humana. La mayoría de personas potencian un cierto aspecto pero desatienden otros. Por ejemplo, algunas personas son muy espirituales pero descuidan su alimentación o su reposo, y otras personas vigilan su alimentación y practican ejercicio físico regularmente pero abandonan su vida espiritual.

Esto no quiere decir que sea necesario ser perfecto en todos los aspectos de la vida. En nuestra ajetreada vida moderna es prácticamente imposible que una persona practique la cantidad de ejercicio físico que sería necesario, siga una dieta sana, no sufra estrés, tenga una vida emocional plena, una vida espiritual rica, duerma y descanse suficientemente, etc. Pero se puede llegar al mínimo necesario en algunas y despuntar en otras. En el tercer principio de Living Fully Nourished se sugieren algunas ideas de cómo hacer posible compaginar todas estas actividades necesarias a la vida.

Factores debilitantes, fortalecedores y factores desencadenantes

El cuerpo tiene una gran capacidad de recuperación y de desintoxicación, si no se sobrepasan sus límites, de otra forma no podríamos sobrevivir a la gran cantidad de agentes que perturban nuestro cuerpo cada día. Cuando se produce algún tipo de agresión, normalmente crónica, que el cuerpo no puede superar, se activa una alarma. Los síntomas de una enfermedad indican que hay un peligro que sobrepasa el organismo.

Un desequilibrio importante en un aspecto de la vida puede pasar inadvertido durante mucho tiempo, y provocar que la persona se vuelva más vulnerable a otros factores a los cuales le presta más atención. Como resultado, cuando hay una falta en alguno de estos últimos factores visibles, la persona pensará que éstos son los responsables de su enfermedad, cuando en realidad es otro factor que no ha considerado.

Por ejemplo, una persona que duerme poco y/o sufre estrés crónico podría sufrir problemas digestivos, los cuales pueden causar a su vez otras enfermedades como migraña por ejemplo. Esta persona concentra sus esfuerzos en mejorar su alimentación, y descubre gracias a un test que tiene varias intolerancias alimentarias que le producen el dolor de cabeza, y consigue estar libre de éstas con el régimen de evicción de alimentos intolerantes, pero el efecto solamente dura  unos meses… hasta que desarrolla una nueva intolerancia alimentaria y sus jaquecas reaparecen. Y así seguirá sucesivamente, hasta que trate la raíz de su problema: el estrés y la falta de descanso, los cuales son el origen de sus crecientes intolerancias alimentarias.

De la misma forma, puede suceder lo contrario, es decir, que la persona no cuide su alimentación y sea ésta la causa de sus enfermedades y en cambio tenga muy presente los estragos que el estrés provoca en la salud. Cuando su estrés aumenta un poco empieza a sufrir reflujo y acidez, úlceras de estómago, hinchazón abdominal, etc. Hace responsable de sus problemas de salud a su jefe y su familia por el estrés que le producen, pero no se da cuenta de que si se hubiera alimentado mejor hubiera sido capaz de sobrellevar estos períodos de estrés más intenso sin sufrir todas estas consecuencias sobre su salud.

Normalmente un suceso puntual en la vida actúa como desencadenante, pero ya existe previamente un factor debilitante que sienta las bases de la predisposición a dicha enfermedad. Se suele culpar a este evento específico como responsable de nuestro problema de salud, pero la verdadera causa son los factores que diezman la salud de forma crónica y lentamente. Una enfermedad se manifiesta cuando existe una predisposición a ella y se da un cierto suceso que la dispara. La predisposición ha sido establecida debido a los factores debilitantes y el disparo lo desata el factor desencadenante.

 Algunos ejemplos de factores debilitantes y factores desencadenantes:

Factor debilitante  Factor desencadenante Enfermedad
nutrición inadecuada que debilita el sistema inmunitario exposición al virus de la gripe gripe
nutrición inadecuada que altera los neurotransmisores conflicto relacional con una persona depresión
nutrición inadecuada que debilita los huesos accidente o caída fractura del hueso
nutrición inadecuada que genera inflamación dormir en una cama inconfortable dolor de espalda
nutrición inadecuada que genera inflamación mala postura o movimiento tortícolis
nutrición inadecuada que debilita el sistema inmunitario picadura de garrapata enfermedad de Lyme
nutrición inadecuada + valores espirituales débiles  pérdida de un ser querido depresión (no confundir con el duelo)
tratamiento antibiótico a repetición + exposición crónica al humo de tabaco en la infancia exposición a alérgenos alergias
tóxicos que dañan la protección de la piel o mucosas exposición a papillomavirus verrugas plantares, mano, útero, etc.
nutrición inadecuada + estrés crónico + falta de actividad física despido del trabajo fallo cardíaco

En el ejemplo de tomar alcohol, se trata de un factor debilitante de migrañas y jaquecas. El factor desencadenante puede ser un ruido o simplemente el hecho de despertarse por la mañana.

En las hipersensibilidades immunológicas, el factor desencadenante son los alérgenos; en las sensoriales el factor desencadenante puede ser el ruido, el sol, una olor, etc.; el las del sistema nervioso central puede ser el estrés, el trabajo intelectual, las preocupaciones, etc.; y en las emocionales pueden ser las relaciones humanas conflictivas, una separación, un simple comentario crítico, etc. En todas ellas, los factores debilitantes son todos los aspectos del estilo de vida, los posibles traumas emocionales y físicos, los tóxicos a los que ha sido expuesto el cuerpo en el pasado y en el presente, etc.

La forma más fácil de encontrar cuál ha sido el desencadenante de una enfermedad es reflexionar sobre si se produjo algún cambio durante los pocos meses anteriores al comienzo la enfermedad: algún conflicto emocional, un accidente, una situación extremadamente estresante, un cambio en la alimentación habitual, una vacuna, etc.

Pero si se sufre la enfermedad desde la infancia o desde hace muchos años, puede ser muy difícil de recordar qué activó la enfermedad. También puede tratarse de una enfermedad crónica, que empezó muy lentamente y se ha ido agravando a lo largo del tiempo, o incluso puede ser de nacimiento.

En cualquier caso, siempre se puede trabajar para mejorar el estilo de vida actual para que la incidencia de la enfermedad sea lo menor posible. Incluso si se trata de una enfermedad genética, la expresión de estos genes, la llamada epigenética, depende de numerosos factores ambientales, que van desde la alimentación al estado emocional. Un factor debilitante puede activar los genes, de forma que cuando el factor desencadenante da lugar, la enfermedad se declara;  mientras que un factor fortalecedor puede desactivar los genes, de forma que aunque el factor desencadenante se presente, la enfermedad no se manifestará.

Por ejemplo, la alergia a los frutos secos, o al polen o cualquier tipo de alergia puede activarse o desactivarse según la nutrición y el estilo de vida de la persona.

Es imposible controlar los factores desencadenantes; son sucesos que acontecen en la vida, ni tampoco la predisposición genética que heredamos. Cuando hay una enfermedad, se prefiere buscar la causa en un factor externo, echar las “culpas” a otra persona o a un suceso imprevisto e indeseable: un divorcio, una epidemia, una caída, etc. Pero realmente es la misma persona la que debe tomar la responsabilidad de lo que le acontece. Como muchos pensadores de nuestra época creen, cada uno crea su propia realidad, atrae los acontecimientos positivos o negativos con su pensamiento. Si se trabaja para estar internamente equilibrado y fuerte física, mental y espiritualmente, no tan sólo las fuerzas del universo estarán a favor, es decir, se tendrá “suerte” en la vida, sino que además cuando llegue algún suceso desagradable se tendrá la fuerza suficiente para hacerle frente. Es mejor trabajar para evitar el factor debilitante, de forma preventiva, en vez de señalar la mala suerte de un suceso determinado.

Análisis

Existen algunos análisis para determinar algunas de las posibles causas de una enfermedad: microbiología, parasitología, toxicología, intolerancias alimentarias, ácidos grasos, metales pesados, ácidos orgánicos, etc. Son análisis funcionales, diferentes de los convencionales que realizan los médicos. Estos análisis pueden ayudar en algunos casos, pero a menudo no son concluyentes. El compromiso entre el precio y la utilidad de dichos análisis debe ser estudiada en cada caso.

Los análisis y la consulta con un terapeuta holístico ayudan a identificar el aspecto más débil, el posible origen de una enfermedad. Pero debido a la infinidad de factores y a la dificultad del terapeuta en conocer todos los aspectos de la vida de una persona, es necesario que la persona realice un trabajo interior de conocerse a sí misma para poder encontrar el origen de su enfermedad, que es el segundo de los principios de la aproximación Living Fully Nourished.