Coaching


Una vez se ha determinado los cambios que son necesarios para recuperar la salud, llega el momento más complicado: ponerlos en práctica. Esta será la parte más difícil, ya que cambiar la alimentación o el estilo de vida actual comporta normalmente muchos sacrificios y existen muchos obstáculos que pueden impedir que las buenas intenciones iniciales no sean llevadas a cabo finalmente.
Encontrar nuevos productos que reemplacen los que se deben eliminar de la dieta, aprender a cocinar más sano y entender las etiquetas de los productos en la tienda de alimentación son las partes fáciles del cambio que deben ser atendidas en primer lugar.
Las más difíciles son principalmente la falta de tiempo, las adicciones alimentarias, las discordancias familiares, el sabotage del subconsciente, la falta de medios económicos, la falta de perseverancia y la falta de confianza en la dieta. Pero para la mayoría de estos obstáculos, siempre es posible encontrar una solución.

La falta de tiempo

La primera condición para poder poner en práctica un cambio en la vida es dedicarle tiempo. Si se quiere cambiar la alimentación será necesario aprender a cocinar de otra forma, acudir a cursos de cocina, buscar nuevos productos en las tiendas, buscar tiendas especializadas que tengan productos de calidad, dedicar más tiempo en la cocina, comer de forma consciente, aprender a conocerse uno mismo, etc.
De la misma forma, si existe un desequilibrio en algún otro aspecto de la vida habrá que dedicarle tiempo para mejorarlo, sea espiritual, emocional, ejercicio físico, contacto con la naturaleza, etc., tanto si el trabajo es personal como si se acude a una terapia. Así que el estrés y la falta de tiempo es el primer enemigo cuando se trata de recuperar la salud.
Cuando no se puede evitar el estrés en el trabajo, se recomienda una terapia para gestionar el estrés. Y la pregunta que surge siempre es: ¿de dónde saco el tiempo para acudir a una terapia, si no tengo tiempo?
Quizás se puede empezar por ejercicios muy sencillos que no necesitan mucho tiempo y se pueden hacer en casa fácilmente: técnicas basadas en la meditación, escuchar música relajante, leer, darse un baño de sales, rezar … también se pueden buscar en Internet videos en Youtube para meditación y relajación.
Hay algunas actividades que “matan varios pájaros de un tiro”:
* Cocinar: nutrición, ejercicio físico (sí, también cuenta!), ahorro de dinero.
* Actividades en la naturaleza (paseos, excursiones, bicicleta, nadar …): tomar al sol, ejercicio físico, contacto con la naturaleza, gestión de estrés. En vez de ir al cine o ver la tele el fin de semana, ¡es mejor salir fuera!
* Escuchar un “podcast”, “youtube” o conferencias durante los desplazamientos: aprender nutrición, psicología, salud, educación o cualquier tema que te interese.
* Comprar en mercados tradicionales en vez de grandes superficies, o mejor aún, comprar directamente en la granja: mejorar la calidad de los alimentos, pasear en el exterior, ejercicio físico, relaciones sociales, contacto con la naturaleza, ecología, ahorro de dinero.
* Acudir a celebraciones religiosas (si se es creyente) y/o ser voluntario en una organización no lucrativa: crecimiento espiritual, relaciones sociales, gestión del estrés.

Otras ideas:

* Reducir el tiempo dedicado a las redes sociales. Cuando no se dispone de mucho tiempo, es mejor tener pocos encuentros con los amigos de verdad en la vida real, que pasar muchas horas siguiendo en Internet a conocidos o amigos de amigos de amigos… y todavía mejor si cuando te encuentras con tus amigos puedes hacer alguna actividad beneficiosa: paseos, cocinar, ir a un curso o terapia, etc. ¡Los amigos suelen ser los mejores psicólogos! Ellos te conocen mejor que un psicólogo. Antes de que éstos existieran, la gente hablaba de sus problemas con los vecinos, la peluquera o barbero, los buenos amigos, o su familia.
* Reducir las actividades extra-escolares de los niños en las que se tiene que hacer de “mama/papá-taxi” y destinar ese tiempo y dinero en mejorar la nutrición de los hijos. A veces se desea que los hijos desarrollen al máximo sus habilidades y capacidades, pero a veces resulta estresante, tanto para ellos como para los padres. Los niños también necesitan tiempo libre para jugar tranquilamente. Pasar cierto tiempo en casa después de una jornada escolar y laboral es necesario para que el niño se relaje y para que los padres puedan preparar una cena nutritiva.
* Priorizar lo más importante. Pensar en lo que realmente es importante en la vida. Seguro que muchas cosas pueden esperar, o no pasa nada si no se hacen. Por ejemplo, tener la casa no tan bien ordenada o no tan limpia puede ser soportable durante una época, hasta que la salud no se haya recuperado un poco, y dedicar ese tiempo a una mejor nutrición.

Antojos alimenticios, adicciones a la comida y comer en exceso o compulsivamente

Cada día todas las personas que viven en la civilización occidental se ven tentados por los alimentos preparados por la industria alimentaria, la cual crea los envoltorios más atractivos, publicidad, gustos y olores para vuelvernos adictivos a sus productos.
¿Cómo poder resistirse? ¿Cómo podemos lograr seguir una dieta sana? ¿Cómo controlar nuestras adicciones alimenticias, los impulsos por comer en exceso y caprichosamente?
Cambiar la alimentación cuando existen adicciones es extremadamente difícil, ya que en algunos casos la adicción a ciertos alimentos, como el azúcar, puede ser más fuerte que una adicción a la cocaína.
En primer lugar, es importante identificar cuáles son las posibles causas del desorden alimenticio. A continuación se exponen algunas de las causas más comunes:

* Compensación por un problema emocional o psicológico: soledad, falta de amor, pérdida de un ser querido, aburrimiento, separación o divorcio, baja autoestima, depresión, ansiedad, enfado, etc.
* Compensación por un problema fisiológico; fatiga, estrés, nerviosismo, falta de placer sexual, desórdenes del sueño, etc.
En estos casos de compensación de algún tipo, la persona intenta evadirse de sus problemas de la vida tomando algún tipo de comida reconfortante, la cual produce un aumento de neurotransmisores y endorfinas del bienestar. El problema es que para obtener la misma sensación de bienestar, la persona necesita consumir una cantidad cada vez mayor, creando una adicción a la substancia contenida en aquel alimento, como el azúcar, las grasas, la sal, el glutamato, el chocolate, el café, el té, el gluten, los productos lácteos, etc.
* La comida se utiliza como recompensa por haber sido una “buen/a chico/a”. Esta costumbre puede haberse originado en la infancia. Por desgracia, muchos padres y educadores utilizan los caramelos y dulces como recompensa por buen comportamiento.
* La comida se utiliza como castigo por haber sido una “niño/a malo/a”. En este caso, la comida se utiliza de forma auto-destructiva en forma de castigo, como una especie de suicidio lento. Normalmente se trata de personas con una muy baja autoestima y con tendencias depresivas.
* La comida trae la persona de vuelta a su infancia. Algunos alimentos, como la leche o el azúcar, recuerdan la infancia: el amor maternal, la felicidad de no tener preocupaciones, etc. Les sucede a las personas con el “síndrome de Peter Pan”, que no quieren hacer frente a los problemas de la edad adulta.
* Le educaron en la infancia que debía acabarse siempre toda la comida del plato, o bien, que tenía que comer mucho para poder ser fuerte y crecer mucho. También puede ser que en la infancia se le dieran a menudo caramelos, pasteles y comida basura.
* La persona sufrió una experiencia traumática, como una violación. Esta persona ha construido una coraza para protegerse a sí misma de posibles futuros abusos. El cuerpo inconscientemente ha decido volverse no atractivo o incluso repulsivo a las otras personas para sentirse protegido.
* Falta de nutrientes. Los hábitos alimenticios no saludables pueden llevar a las células a la inanición, las cuales envían mensajes al cerebro pidiendo más comida. Pero aunque la persona tome una gran cantidad de comida, si ésta está vacía de nutrientes, no va a satisfacer las necesidades del organismo, y produce el mismo efecto que si no se comiera nada (de hecho el efecto es todavía peor).
* Hipoglucemia. La ingesta de productos como el azúcar y la harina refinada, conllevan un aumento brusco de los niveles de insulina, seguido por un descenso bajo los niveles normales, lo cual crea un estado de hipoglucemia. Si se vuelve a tomar este tipo de productos, se crea un ciclo en forma de picos de sierra de insulina, con los consecuentes efectos sobre el humor, el hambre y la salud en general.
* Resistencia a la leptina. Estos productos (azúcar y harina refinada) también llevan a una resistencia a la leptina, que es la hormona que indica cuándo se está lleno y se debe parar de comer. Cuando una persona tiene resistencia a la leptina, no puede parar de comer porque no se siente nunca satisfecha.
* Candidiasis. Algunas bacterias y hongos indeseables se desarrollan en el intestino cuando se los alimenta con azúcares y carbohidratos que la persona no puede digerir bien. Estos microorganismos “raptan” a la persona; producen ciertas neurotoxinas que actúan en el cerebro generando la necesidad de tomar más de estos alimentos, para que ellos puedan estar bien alimentados.
Cuando se ha identificado el problema, entonces se pueden estudiar las soluciones. A continuación se proponen algunas:
* Identificar posibles intolerancias alimentarias que conllevan un desarrollo bacteriano o fúngico.
* Disminuir lentamente las cantidades de comida para minimizar el síndrome de abstinencia.
* Anotar los sentimientos en el momento del impulso o antojo. Si se identifica una fuerte emoción en ese momento, se debería tratar con psicoterapias.
* Encontrar productos que remplacen la comida adictiva: miel en lugar de azúcar, o mejor aún fruta; algarroba en lugar de chocolate; café descafeinado en lugar de café, y chicoria más adelante; leche de vaca por leche vegetal, etc.
* Hacer la lista de la compra antes de ir al mercado o supermercado, planeando las comidas con una semana de antelación.
* Practicar una actividad alternativa cuando hay el arrebato de comida en lugar de comer: deporte, relajación, música, lectura, etc.
* Evitar las situaciones de riesgo: pasar delante o entrar en una pastelería o panadería, evitar los pasillos de dulces y comida basura en el supermercado, etc.
* Enganchar “post it” con mensajes positivos en la cocina: “Como sano”, “Como sólo las comidas principales”, “Como la cantidad adecuada”, etc.
* Pensar en las consecuencias negativas de comer productos no saludables o en exceso: “Me sentiré enferma”, “Engordaré”, etc. Pensar que no vale la pena unos minutos de placer para después sufrir días, semanas o meses de sentirse mal.
* Proponerse pequeños objetivos que sean relativamente fáciles de lograr. En lugar de eliminar todos los productos azucarados al mismo tiempo, empezar por un tipo, por ejemplo, el helado solamente. A continuación las galletas, posteriormente el chocolate, etc. O también se puede disminuir la cantidad o la frecuencia poco a poco.
* Terapias que pueden ayudar a reprogramar el subconsciente y superar traumas del pasado, malos hábitos y educación equivocada: hipnosis, EFT, psicoterapia, visualización/meditación/rezar, PSYCH-K, PNL, coaching, etc.
* Terapias espirituales: algunas prácticas ayudan a controlar nuestros impulsos y aumentar la fuerza de voluntad.

Niños

Todas las personas son resistentes a los cambios, pero los niños lo son de forma muy acusada, y todavía más si tienen algún tipo de problema psicológico o neurológico.
La Dra. Campbell-McBride propone en su libro GAPS, el síndrome psico-intestinal (1), un método autoritario, donde se obliga al niño a comer lo que los padres creen que le conviene. Trata de retener al niño en la mesa hasta que haya probado un poquito de la comida sana que se desea que coma. Cuando se consigue, debe haber una explosión de elogios: abrazos, alguna recompensa (no alimentaria), etc. Se debe mantener firme tantas horas como haga falta, si es necesario, todo el día, o todo un fin de semana. Es un método extremo, pero da resultado.
Otra aproximación más suave que propone Julie Mathews en Nourishing Hope for Autism (3) es intentar hacer la comida sana más atractiva a los niños: hacer verduras crujientes, esconderlas mezcladas dentro de otros platos, introducir nuevas comidas preferentemente en la merienda, hacer los platos saludables lo más apetitosos posibles, y principalmente, tener la esperanza de que al final, al eliminar todos los alimentos a los que el niño es adicto, va a empezar a aceptar el resto de comida más sana.
Otra idea es hacer participar a los niños en la preparación de la comida. ¡Les va a encantar hacer dibujos con los trocitos de verdura, las frutas y las ensaladas!
Eliminar los alimentos intolerantes y las adicciones a ciertos alimentos suele ser muy difícil. Normalmente, cuando el alimento al cual hay una adicción se elimina de la dieta del niño, entonces empieza a gustarle más otros alimentos, de forma que es más fácil para los padres. Los niños a menudo sólo quieren comer carbohidratos, azúcares y productos lácteos, los cuales son los alimentos más adictivos. Cuando estos productos se eliminan de la dieta, el niño empieza a aceptar más fácilmente las verduras, frutas, carne, pescado, etc.
Es importante también hacer ver al niño la relación entre la comida y su salud.  Así, cuando el niño cae enfermo, reflexionar sobre qué comida le ha podido debilitar hasta contraer esa enfermedad, y explicarle este hecho al niño. Quizás no ha podido resistirse a una galleta que le ha ofrecido otro niño en el colegio ... Al principio es normal que el niño se salte el régimen cuando va a la escuela, pero entonces es muy importante que se de cuenta de que cuando lo hace se encuentra peor. Para ello, es necesario poder empezar previamente durante un tiempo una dieta un poco más sana, para que el niño se encuentre mejor de salud, de forma que tanto los padres como el niño se den cuenta cuando se produce un empeoramiento de salud, y puedan relacionarlo con un alimento perjudicial. ¡A mi me funcionó muy bien este método con mis hijas! Se puede aprovechar la época de vacaciones para empezar un régimen y obtener ciertas mejoras.
Prohibir alimentos que el niño adora es una dura experiencia para él y toda la familia. Además de tener que superar una adicción a cierta comida, o bien una simple intolerancia, existe el agravio de tener que ver cómo las personas a su alrededor sí que pueden comer aquéllo que se ha prohibido. Para los niños supone una tentación difícil de superar el hecho de ver a sus compañeros comer esas deliciosas e insalubles meriendas, sobretodo en las fiestas, y además, incluso tener que rechazar sus ofrecimientos.
Es una dura prueba que estos niños tienen que superar, una prueba que los va a fortalecer en su carácter; aprender a decir “no” va a ayudarles más adelante en la vida a poder decir “no” en otras cosas importantes, como puede ser la droga, el alcohol y el tabaco.
Pero al menos en casa la familia puede hacer un esfuerzo para que el niño no se sienta también marginado, no tenga esas horribles tentaciones de ir a buscar comida a escondidas y pueda sentirse igual que los demás, al menos, en casa.
Tanto en el caso de un niño como de un adulto, creo que es positivo que en casa haya una solidaridad familiar. ¡Toda la familia va a salir ganando, con una alimentación más sana! Y en el trabajo o en la escuela, fuera de casa, los miembros de la familia pueden continuar comiendo como antes si lo desean.
Otro obstáculo que se presenta en algunas familias es el hecho de que los padres no están de acuerdo sobre la alimentación de sus hijos. En este caso, análisis clínicos de medicina funcional pueden ayudar a orientar a las parejas sobre cuál es la mejor alternativa.

El subconsciente

En el subconsciente residen las creencias, las costumbres, y todas los comportamientos automáticos que hemos aprendido principalmente durante nuestra niñez.  Como el Dr. Bruce Lipton explica en su libro La Biología De La Creencia (4), nuestro subsconsciente es el responsable de nuestro comportamiento el 95% del tiempo.
Si no se consigue seguir una dieta o hacer los cambios que a uno le gustaría en su vida, puede ser que el subconsciente esté boicoteando con ideas contrarias a las que persigue la mente consciente.
En el subconsciente residen las creencias ancladas desde la infancia sobre nuestra alimentación, las cuales se han adquirido a través de:
* lo que nuestros padres, maestros y médicos nos explicaron sobre la alimentación;
* lo que comimos siendo pequeños;
* lo que vimos comer a nuestros padres y familia próxima;
* lo que vimos comer a las personas de nuestro entorno: amigos y compañeros de colegio;
* las ideas que los medios de comunicación (anuncios de la tele principalmente) consiguieron penetrar en nuestro subconsciente;
* nuestra experiencia sobre cómo nuestro cuerpo reaccionaba frente a determinados alimentos (alergias, intolerancias);
las ideas que nuestra religión tiene respecto a la alimentación;
Además, el olor que desprende la comida se dirige directamente a la parte subconsciente de nuestro cerebro, así que el sentido del gusto afecta a nuestras decisiones instintivas.
El subconsciente es también el que decide muchas de las costumbres relacionadas con la alimentación, sin reflexionar sobre ello. Por ejemplo:
* la forma de comer: la velocidad a la que masticamos y tragamos;
* el número de platos, la cantidad de comida;
* la cantidad de agua u otras bebidas que bebemos durante las comidas (y fuera de ellas);
* qué hacemos mientras comemos: ver la tele, conversar;
* si permanecemos sentados tranquilamente durante la comida o bien nos levantamos para recoger después de cada plato; si * preparamos toda la comida de antemano en la mesa o la vamos trayendo a medida que vamos comiendo;
* ¡incluso lo que compramos!
¡y un largo sinfín de otras costumbres!
Querría añadir respecto a la comida que compramos, que la mayoría de decisiones que tomamos en el supermercado son automáticas. La mayoría de personas compran prácticamente lo mismo durante muchos años. También compramos impulsivamente; es por esta razón que las estrategias de colocación de determinados productos y la publicidad funcionan tan bien. Los anuncios, ideas repetitivas, se anclan en nuestro subconsciente.
Es curioso ver, como nutricionista, que el 90% del desayuno y comidas de una persona es la misma cada día. Por ejemplo, el desayuno, para una persona estará compuesta de café con leche y cruasán cada día, cambiando sólo el tipo de cruasán; para otra será zumo de naranja y cereales con leche, cambiando el tipo de zumo o los cereales; para otra será un yogurt con muesli y un té, y cambiará sólo el tipo de té o el tipo de yogurt.
Ciertos clásicos mitos, como por ejemplo el hecho de que se debe tomar leche porque es buena para los huesos, están fuertemente arraigados en nuestro subconsciente desde pequeños. Cuando de forma consciente entendemos que estos mitos no son ciertos, se crea un conflicto entre nuestras creencias conscientes y subconscientes, lo cual no favorece de ningún modo a nuestra salud física y mental.
Ante este conflicto existen tres soluciones:
1) volvemos atrás en nuestras creencias conscientes,
2) tratamos de cambiar el subconsciente para que vaya en la misma dirección que nuestro consciente
3) reducimos el impacto del subconsciente
La primera solución no es posible, ya que una vez nuestra razón ha sido convencida que cuál es la verdad, será difícil de convencerla de que una idea errónea es la correcta. Así que es mejor la segunda opción, cambiar el subconsciente; o bien la tercera opción, que es lo que actualmente se conoce como “atención plena” o “mindfullness”.
Vamos a explorar la segunda opción. Las ideas y pensamientos del subconsciente pueden cambiarse cuando se repite numerosas veces un cierto hecho (idea, acción). Al repetir de forma consciente un hecho, finalmente éste queda anclándose en el subconsciente. Es así como todos aprendimos las tablas de multiplicar, o a ir en bicicleta o conducir, o a cantar una canción.
Pero hace falta que el consciente pueda dominar nuestra mente para repetir este tipo de idea o acción, para lo que se necesita una gran fuerza de voluntad, cosa que no siempre es fácil. Otra forma más fácil es imaginar mentalmente numerosas veces que se realiza esta nueva acción que se quiere incorporar en el subconsciente, utilizando meditación y/o visualización. Existen numerosas terapias que proponen una forma más directa y fácil de “reprogramar” o cambiar el subconsciente, entre ellas se puede destacar la hipnosis, PSYCH-K, PNL y EFT.
Mindfullness, o la atención plena, pretende que nuestros actos y decisiones sean realizados de forma consciente, de forma que se intenta evitar reaccionar de forma impulsiva e irracional. Se trata de controlar la mente para que siga los deseos del consciente. Practicando la meditación consciente o rezando se va a mejorar substancialmente el dominio de nuestra conducta, pero hasta cierto límite, ya que las personas por naturaleza actuamos de forma instintiva el 95% del tiempo.
La intención de la alimentación consciente es conseguir comer los alimentos saludables y resistir los impulsos que crea el subconsciente para comer azúcares, alcohol, chocolate, etc. Comer conscientemente significa comer estando presente, tomando decisiones de forma racional. Significa hacer las elecciones adecuadas antes de comer, y pensar en lo que estamos comiendo y no en preocupaciones, noticias, discusiones, etc. También significa escuchar al cuerpo para identificar qué es lo que realmente necesita. En el segundo principio de Living Fully Nourished, conocerse a sí mismo, se explicó cómo seguir una alimentación consciente.

Otros obstáculos

En otros casos, no existen los medios económicos para invertir en una buena alimentación, pero se pueden encontrar alternativas económicas para poder seguir una nutrición adecuada:
1.- Disminuir la cantidad de la comida y aumentar la calidad.
2.- No hace falta comer solomillos cada día, hay ciertos tipos de carne que tienen el mismo valor nutritivo, o incluso mayor, y que son los menos apreciados por la gente en general, y por lo tanto, menos caros: hígado, huesos y carne para el caldo, pescado azul como la sardina y la caballa, huevos, etc.
Respecto a la fruta y verdura, están apareciendo cada vez más cadenas de productos ecológicos más asequibles, y a veces, se puede comprar directamente al productor a precio más barato. Algunos de ellos no tienen la etiqueta orgánico, pero sus productos no tienen pesticidas, o bien, únicamente les ponen cuando realmente es necesario y en muy poca cantidad. En algunos países, existen también granjas con auto-servicio a precios muy reducidos.
3.- Al invertir en la nutrición se previenen las enfermedades, con el ahorro que esto supone en  médicos y medicinas.
4.- Los alimentos orgánicos contienen más nutrientes, por lo que no es necesario tomar suplementos. Además, cuando se sigue una alimentación correcta la absorción de nutrientes es óptima y no hay carencia de vitaminas, minerales u otros nutrientes.
Otro obstáculo muy frecuente es cuando existen otras prioridades, como la carrera profesional, la vida social, viajar, ir a restaurantes, etc. Seguir una alimentación sana significa tomar comida casera, así que se debe cocinar en casa y, si es necesario, llevársela al trabajo, colegio, etc. Según el caso, se puede considerar si la persona puede tolerar salirse de la dieta de vez en cuando, o bien, simplemente correr el riesgo de tomar un alimento no permitido escondido en algún plato de un restaurante, como por ejemplo, la contaminación de gluten debido a la reutilización del aceite para freír rebozados.
Pero la causa más frecuente de fracaso en la puesta en práctica de un tratamiento nutricional es la falta de convicción de que vaya a funcionar, de que los sacrificios vayan a valer la pena. Aunque siempre hay una explicación científica detrás de cada corriente nutricional, por desgracia no hay investigación suficiente para garantizar resultados al seguir una dieta. La mayoría sólo recogen testimonios de numerosos casos en los que ha habido el restablecimiento de la salud.
La falta de perseverancia también es un problema cuando se sigue una dieta. Estamos acostumbrados a que la medicina convencional alivie los síntomas de una enfermedad rápidamente. En cambio, la nutrición es un tratamiento a largo plazo, donde la recuperación suele ser muy lenta y a menudo es difícil darse cuenta de los pequeños progresos realizados. Además, estos progresos son muy irregulares, y siempre hay un empeoramiento al empezar el tratamiento, debido a la primera fase de desintoxicación, lo cual desanima a muchas personas.
Desgraciadamente, debido a todos estos obstáculos, a menudo no se prioriza la salud y no se toma en serio una dieta hasta que la salud se encuentra seriamente comprometida. Y cuanto más tarde, cuanto peor es el estado de salud, más difícil es la recuperación.

Estancia en un centro de salud

Puede darse el caso en que un miembro de la familia decide embarcarse en algún tipo de dieta o cambio en el estilo de vida, mientras que el resto de la familia mantiene los mismos. Esto hace que para la persona sea extremadamente difícil de conseguir su propósito.
También hay personas que aún y el soporte familiar, no consiguen superar sus adicciones.
En algunos de estos casos, se puede contemplar la posibilidad de permanecer durante un tiempo en un centro de salud donde se pueden poner en práctica los cambios que se necesita, y aislarse del resto del mundo donde hay tentaciones en cada momento. Una vez que la desintoxicación se ha realizado, y los nuevos hábitos han sido establecidos y asumidos dentro de la rutina, la persona puede volver a hacer vida normal.
Hay todo tipo de centros de salud que siguen todo tipo de dietas y tratamientos de salud, actividades y ayunos. Hay todo un abanico de precios, y aunque parezca caro, no lo es más que ir  de viaje. Y a veces, esta es la única solución.