Conocerse a sí mismo


El segundo principio es identificar la alimentación que más le conviene a uno mismo y tomar las riendas de nuestra salud.
El mejor médico de una persona es uno mismo.
Como la Dra. Natasha Campbell-McBride opina, ningún médico o terapeuta puede decirle a una persona qué ha de comer. Sólo la misma persona puede saberlo.
El cuerpo es quien mejor sabe qué le conviene, sólo es necesario saber escucharlo. Todos los animales saben perfectamente qué comer. ¿Por qué el hombre es el único que no sabe qué le conviene, y come alimentos perjudiciales para su salud? ¿Qué factores impiden poder escuchar nuestro cuerpo?
Como los títulos de los libros de Michel Dogna proclaman, “Prenez en main votre santé” (tomar en mano su salud), es necesario que la persona retome el control de su salud. Los médicos y terapeutas están para ayudar y aconsejar, pero no deberíamos obedecerles ciegamente por miedo. Precisamente es el estrés creado por la sentencia dictada por el médico/terapeuta lo que impide la recuperación. El sentimiento que se debería infundir a un paciente es la esperanza, la modestia frente a la extraordinaria perfección y complejidad del cuerpo humano, positivismo, ánimos y soporte de todo tipo.
En el caso de la persona que bebe alcohol, es muy difícil para un médico o un terapeuta encontrar la relación entre el alcohol y la migraña si no se cuestiona al paciente por sus hábitos alimentarios y costumbres de vida. Pero para el paciente, no es tan difícil relacionar ambos hechos la primera vez que sufrió la jaqueca después de la primera toma de alcohol. Y no se le puede reprochar; se nos ha enseñado desde muy pequeños que solamente los médicos saben sobre nuestra salud y debemos creerlos a ciegas; y que nosotros no podemos curarnos, ni podemos encontrar la causa de nuestros problemas de salud.

Recobrar la conexión con nuestro cuerpo

Debemos escuchar nuestro cuerpo, pero debido a diferentes razones estamos desconectados de nuestro cuerpo:
1.- Nuestra mente. Nuestra mente está por encima de nuestro cuerpo; puede controlar y anular cualquier necesidad física. Es una de las características que, afortunadamente, nos separan de los animales. Las personas mentalmente equilibradas pueden controlar sus impulsos sexuales, la violencia, las necesidades fisiológicas, y por supuesto, el hambre. Pero controlar el hambre se produce a costa de perder el instinto sobre qué alimentos son beneficiosos para el cuerpo en cada momento; retenerse en exceso las necesidades fisiológicas hasta llegar al estreñimiento; beber en exceso o insuficientemente, etc.
2.- Nuestras creencias. Desde pequeño nos inculcan qué es beneficioso y qué es perjudicial. En la escuela, los padres, los anuncios y programas de la televisión, la religión, la cultura en general de la época en que vivimos, los amigos, los médicos, y actualmente, Internet. De la misma forma que nuestra mente, el hecho de tener unas creencias nos eleva como personas, pero nos desconecta de nuestras necesidades físicas. Ya no escuchamos a nuestro cuerpo, escuchamos a un médico, un nutricionista, un amigo, un familiar, el dogma de fe, etc.
Debido a estos factores, nos podemos encontrar con la situación en que por ejemplo, una persona budista sigue una dieta macrobiótica sin reflexionar sobre si tomar tal cantidad de cereales o granos es realmente beneficioso para su salud;  u otra persona toma una gran cantidad de productos lácteos porque ha aprendido que son ricos en calcio para sus huesos, cuando resulta que es intolerante a la lactosa.
Es muy importante cuestionarse cualquier dogma sobre nutrición. El Dr. David Katz da un sabio consejo: leer opiniones diferentes a las propias, para poner en duda la propia.
Debemos escuchar nuestro cuerpo, pero, ¿podemos realmente confiar en los mensajes que nos envía? Debemos tener cuidado en no malinterpretar las señales, y no confundir las necesidades con los “caprichos”. Hay diferentes situaciones en las que el cuerpo envía señales erróneas, por ejemplo:
1.- Hay una adicción a un cierto alimento, por ejemplo el azúcar. La ingesta de substancias adictivas libera sustancias del bienestar: endorfinas, serotonina, dopamina y oxitocina. Una teoría argumenta que las células se protegen del exceso de estas sustancias reduciendo los receptores a las mismas, es decir, desarrollando una resistencia a ellas. Entonces la persona ha de aumentar la toma del producto adictivo para obtener el mismo efecto. Así es como empiezan las adicciones. Otra teoría afirma que con el tiempo, el cerebro pierde su habilidad de producir sus propias sustancias neurotransmisoras, y depende de los productos adictivos para obtenerlas. Lo mismo sucede con el alcohol.
2.- Existe una proliferación excesiva de bacterias indeseables o patológicas en el intestino, las cuales producen ciertas neuro-toxinas que activan los receptores del bienestar y nos hacen rehenes. Esto sucede, por ejemplo, en el caso de que haya una infección por levaduras como cándida, las cuales producen estas substancias placenteras cuando se alimentan de azúcares y carbohidratos. Por ello, es muy difícil de conseguir eliminar una dependencia al azúcar y carbohidratos cuando existe una infección por cándida. Pero como hemos dicho, nuestra mente es mucho más poderosa que nuestro cuerpo, así que se puede lograr; ¡muchas personas lo consiguen aunque sea difícil!
3.- Existe un fallo enzimático que impide la correcta digestión de ciertos alimentos, como el gluten y la caseína. En este caso, estas proteínas se convierten en péptidos opioides, y si la persona padece el síndrome del intestino permeable o agujereado y una perturbación de la barrera hemato-encefálica, se puede alterar la transmisión de neurotransmisores del cerebro, y producir también una adicción. Esta situación puede llevar a una persona incluso a ciertas enfermedades psicológicas y neurológicas.
En los tres casos, es necesario un control externo a nuestro cuerpo: la mente, o una persona de nuestro entorno que nos ayude a hacer un régimen. En el caso de los niños serán los padres, en un adulto, puede ser necesario la intervención de la pareja, de algún familiar próximo, un amigo, o pasar un tiempo en un centro de salud.
Existen muchas diferentes terapias especializadas en tratar las adicciones. En el tercer principio de Living Fully Nourished - Coaching - se proponen algunas de ellas.
Cuando la mente ha optado por una alimentación que es errónea, existe el problema de deshacerse de las ideas preconcebidas y ponerlas en duda, lo cual no es nada evidente. ¿Cómo conseguirlo?
Un primer paso para reconectar con nuestro cuerpo es la meditación y la alimentación consciente.

Alimentación consciente

Para empezar, es necesario relajarse antes de comer. Desconectar del entorno: el trabajo, las noticias de la televisión, teléfono, amigos, compañeros o familia. Durante unos días, comer solo, en un estado de casi meditación, lo que se llama alimentación consciente. Para ello:
1.- Realizar unos ejercicios de respiración antes de comer para relajarse. Se puede hacer incluso un poquito de meditación.
2.- Centrarse en las sensaciones del cuerpo antes, durante y después de la comida. Plantearse la siguiente pregunta: ¿Tengo realmente hambre? Analizar las señales que el cuerpo está dando para indicar que tiene hambre, o si simplemente vamos a comer porque es la hora. En el capítulo sobre Alimentos se explica la diferencia entre verdadera hambre y apetito con más detalle.
3.- Preparar la comida. Cocinar nuestra propia comida abre los sentidos y ayuda a estimular el sistema digestivo. Además, si se hace de forma consciente, y se prepara con amor, teniendo pensamientos positivos, entonces también adquirirá vitamina L (love).
4.- Si se es creyente en una religión o simplemente se cree en el poder de la mente, dar gracias por los alimentos que se van a tomar y bendecirlos aumenta todavía más la energía positiva o vitamina L de la comida.
5.- Comer de forma consciente: degustar la comida, concentrarse en el olor, la textura, la presentación (color, forma), el gusto, la temperatura. Masticar lentamente.
Estar pendiente de notar la sensación de saciedad y dejar de comer en ese momento. Si queda comida todavía, se puede guardar en la nevera, no hace falta acabarse todo el plato.
6.- De nuevo, dar gracias por los alimentos que se ha tomado. Visualizar cómo los alimentos se digieren correctamente hasta sus partes elementales (imaginar unas tijeras, por ejemplo, que van cortando los alimentos), y cómo éstos después se distribuyen por todo el cuerpo transportados por la sangre y nutren todas las células de nuestro organismo.
7.- El paso más importante: después de comer, prestar atención a las reacciones del cuerpo: ¿hay una sensación de satisfacción o bien se empieza a notar molestias con ruiditos, gases, dolores, pesadez, fatiga y somnolencia? Estar alerta de todos los posibles síntomas (dolores en cualquier parte del cuerpo, alergias, latidos del corazón, actividad mental, etc.), tanto inmediatamente como unas horas después. En el caso de que se presente algún síntoma en algún momento del día anotar todo lo que se ha tomado las 48 horas anteriores.
Se debería realizar este ejercicio durante un cierto tiempo hasta que uno sea capaz de comer de forma consciente sin necesidad de tanta concentración, estando en compañía de otras personas.
Una vez hemos reconectado con nuestro cuerpo y estamos en disposición de liberarnos de las ideas preconcebidas y probar nuevos estilos de alimentación con la mente abierta y el cuerpo receptivo, podemos empezar a distinguir qué alimentos son beneficiosos y cuáles son perjudiciales.

Interrogarse a uno mismo

Para conocer qué alimentos son adecuados, puede ser útil poner en duda todas las costumbres y creencias sobre alimentación. Considerar reflexionar sobre las siguientes cuestiones:
* ¿Son los <granos> buenos para mí?
* ¿Qué cantidad de <granos> mi cuerpo puede aceptar?
* ¿A qué hora del día es mejor para mí comer <granos>?
* ¿Cuántas veces a la semana puedo comer <granos>?
* ¿Es esta combinación de alimentos (por ejemplo: <pollo> con <arroz>) buena para mí?
* ¿Bebo la cantidad adecuada de <agua>?
Repetir estas cuestiones para cada alimento y bebida que se toma, incluso si se considera que es la comida más sana del mundo, desde la carne a cualquier tipo de verdura, desde el café al agua, pasando por el pescado, huevos, frutos secos, legumbres, fruta, chocolate, …
Imaginar que se es un detective y se quiere saber quién es el culpable de la enfermedad que se padece.

Poniendo a prueba diferentes dietas

A partir de este momento podemos poner en duda todas los tipos de dietas existentes: vegetariana, hiperprotéica, paleo, macrobiótica, crudivorista, etc. Todas ellas tienen argumentos válidos para defenderlas, así que ¿cómo escoger cuál es la mejor? Además, dentro de cada tipo de dieta, hay tantas diferentes variantes como nutricionistas existen en la tierra.
Una proposición es simplemente probarlo durante una temporada. Si ese estilo de nutrición mejora la salud física o mental indica que es probablemente una buena dieta. Si se empeora, puede ser que sea una reacción de desintoxicación, un agravamiento temporal antes de mejorar, cosa que sucede a menudo en numerosas terapias. Así que es necesario hacer la prueba durante cierto tiempo. Normalmente, si el empeoramiento dura demasiado tiempo y se agrava cada vez más se trata de una intolerancia, pero si es pasajero es simplemente una reacción de desintoxicación.
De la misma forma, el hecho de que una dieta haga sentirse mejor al principio no significa que sea beneficiosa para la salud. Es posible que el bienestar proceda de productos estimulantes, y en realidad agota las reservas de energía vital, como sucede con el alcohol y el café.
Si no se siente ninguna diferencia con el cambio de dieta, ni mejoría ni empeoramiento, no es una buena señal. El tiempo que se necesita para notar los efectos de una dieta depende de la naturaleza de los síntomas. Los gastro-intestinales suelen mostrarse bastante rápidamente, dos semanas como máximo, normalmente mucho menos. Pero las enfermedades neurológicas, cardiovasculares y enfermedades crónicas en general pueden tardar muchísimo más tiempo en empezar a mejorar; meses, o incluso años.
Las intolerancias y las necesidades nutricionales evolucionan durante la vida. Una persona no tiene las mismas necesidades en la infancia, adolescencia, adultez o vejez. Un bebé tiene todas sus necesidades cubiertas con la leche materna, pero no un niño ni un adulto. Los niños suelen padecer más alergias e intolerancias, porque su cuerpo tiene más energía para revelarse contra los alimentos ofensivos. A medida que se envejece, el cuerpo necesita menos energía procedente de los alimentos.
El mejor médico de una persona es uno mismo, o los padres en el caso de los niños. La mejor opción para recuperar la salud es estudiar nutrición uno mismo, y así poder decidir qué tipo de alimentos convienen mejor para uno mismo y para sus hijos. Pero para ello, es necesario que la persona se instruya sobre diferentes aproximaciones a la nutrición, para saber “por dónde empezar” y de qué alimentos/substancias sospechar. Un terapeuta en nutrición puede ayudar a realizar estas decisiones, sobretodo cuando la persona no tiene tiempo para estudiar nutrición. Pero la persona siempre será la que tendrá que hacer la mayor parte del trabajo y es la única que puede decidir qué le conviene mejor.

Distinción entre alimentos no saludables y alimentos intolerantes

La barrera entre un alimento no saludable y un alimento intolerante es muy difusa. Hay ciertos alimentos los cuales prácticamente todos los nutricionistas están de acuerdo que se tratan de alimentos perjudiciales, pero la mayor parte de los alimentos son sanos para ciertos nutricionistas y no saludables para otros.
Los alimentos que son indudablemente considerados perjudiciales son:
* Productos industriales o procesados: aceites hidrogenados; aditivos: colorantes, conservantes, antiaglomerantes, espesantes, potenciador del sabor (glutamato monosódico); edulcorantes artificiales (sacarina, aspartamo, sorbitol, sucralosa, acesulfamo, neotamo).
* Tratados químicamente con pesticidas, antibióticos, hormonas, genéticamente modificados
* Tostados a altas temperaturas o quemados: aceites vegetales a altas temperaturas (patatas fritas y chips), carne tostada en la barbacoa, etc.
Los alimentos que no son perjudiciales se pueden clasificar en alimentos tolerantes e intolerantes.

Estrategias para identificar las intolerancias

Prácticamente todas las personas que sufren algún tipo de enfermedad, sea crónica o aguda, se encuentran afectados por algún tipo de intolerancia alimentaria. En algunos casos, solamente eliminando de la dieta el alimento que causa problemas la persona puede sanarse.
Los síntomas de una intolerancia son retardados en el tiempo, desde unas horas hasta varios días; al contrario de las alergias, que muestran síntomas de forma casi inmediata. Es por esta razón que las intolerancias son tan difíciles de detectar.
Es difícil poner a prueba todos los alimentos que tienen cierta probabilidad de ser problemáticos. Se pueden utilizar diferentes estrategias para identificar si existen intolerancias.

* Dieta de eliminación y reintroducción.

Consiste en eliminar un cierto alimento durante cierto tiempo y comprobar si existe una mejora. Luego se vuelve a reintroducir el alimento y se comprueba que hay un empeoramiento. En ese caso, se tiene la certeza de que el alimento es perjudicial.
El problema de esta aproximación es que hay que tener suficiente fuerza de voluntad para eliminar un cierto alimento, sobretodo teniendo en cuenta que los alimentos a los que existe una intolerancia crean también una dependencia con el consecuente síndrome de abstinencia cuando se evitan.
El tiempo de evicción de un alimento para empezar a notar resultados depende del tipo de enfermedad y de la persona. Para alergias, hipersensibilidades y transtornos digestivos el tiempo suele ser bastante corto, de una o dos semanas, pero para enfermedades crónicas inflamatorias se suele necesitar un período de prueba de unos tres meses, y hasta seis meses para neurológicas.
Este método para detectar intolerancias es particularmente adecuado para los niños pequeños y bebés, ya que no es necesario pincharlos para hacer análisis.
De la misma forma, en la fase de reintroducción se puede dar el caso que al principio no se presente ningún síntoma, pero después de unos cuantos meses de estar tomando de nuevo el alimento en cuestión vuelvan a aparecer. Esto es debido a que los anticuerpos han disminuido durante la fase de eliminación, y a continuación van aumentando gradualmente durante la fase de reintroducción, y hasta que no llegan a una cantidad suficiente para provocar síntomas la intolerancia pasa inadvertida.
Así que idealmente, se debería hacer la dieta de eliminación/reintroducción con un sólo alimento a la vez, y por un espacio de tiempo que puede ir de una semana hasta unos seis meses para cada uno. Es decir, eliminar un alimento durante este tiempo, y luego el mismo tiempo para la reintroducción del mismo. A continuación, se repite el proceso con el siguiente alimento.
Como se puede imaginar, este proceso resulta muchas veces inviable en enfermedades crónicas, pero puede ser muy útil para la mayoría de hipersensibilidades y desórdenes gastro-intestinales.
En estos casos, las pautas que recomiendo seguir durante la reintroducción son las siguientes:
1.- Empezar la reintroducción muy lentamente, con dosis pequeñas del alimento, por ejemplo, una cucharadita.
2.- Esperar tres días observando si se produce una reacción. Si no hay reacción, entonces aumentar gradualmente la cantidad del alimento.
3.- Cuando se ha llegado a una cantidad normal del alimento, y no ha habido todavía reacción, continuar comiéndolo pero sólo una o dos veces a la semana. Tomar esta precaución durante tres meses al menos.
4.- En este tiempo, se puede reintroducir otro alimento de la misma forma.
5.- Evitar tomar durante el mismo día dos alimentos sospechosos de crear una reacción, dejar al menos dos días de espacio entre dos alimentos sospechosos.
6.- Si existe una reacción, identificar qué alimento sospechoso fue el último que se tomó. Volver a eliminar ese alimento para comprobarlo.
7.- Pasados los tres meses de reintroducción de un alimento sin problemas, se puede aumentar la frecuencia de la toma de éste si se desea. Continuar vigilando, de todas formas, si no hay reacción al aumentar la frecuencia durante un cierto tiempo, un mes por ejemplo.
8.- Una vez se está seguro que el alimento se tolera sin ningún problema, se puede pasar a introducir otro alimento diferente.
Recomiendo apuntar en un diario todo lo que se ha comido cada día y el estado de salud. Cada vez que aparece el mismo síntoma, se puede buscar en el diario si hay una coincidencia en los alimentos ingeridos los dos días previos en ambas ocasiones.
Para cada persona se puede recomendar un ritmo diferente: para la fase de eliminación, en algunas personas es mejor empezar eliminando todos los alimentos sospechosos de golpe desde el principio, en otros casos es mejor ir eliminando lentamente uno a uno los alimentos sospechosos. Y para la fase de reintroducción en algunos casos se intuye que se podrá ir más rápido, sobretodo cuando la cantidad de alimentos que se ha tenido que eliminar es reducida y las enfermedades que desatan son leves; y en otros casos se irá más lentamente, sobretodo cuando las enfermedades asociadas son graves y hay una gran cantidad de intolerancias.

* Dieta de provocación.

En esta estrategia se trata de aumentar muy lentamente la cantidad del alimento sospecho y observar si guarda relación con los síntomas, de forma que se experimenta un empeoramiento de los mismos.
Puede ser peligroso en ciertas enfermedades agudas. Pero puede ser la única opción si resulta imposible conseguir eliminar el alimento para hacer la prueba de eliminación/reintroducción.

* Análisis médicos de intolerancias.

Existen diversos análisis de intolerancias alimentarias: anticuerpos en sangre para las intolerancias inmunitarias; tests respiratorios para la lactosa, sacarosa y fructosa; heces para la flora intestinal; urinarias para los metabolitos orgánicos, y los péptidos opioides del gluten y la caseína, etc.
El inconveniente es que no se suelen encontrar todas las intolerancias, la ciencia no está suficientemente avanzada. A estas intolerancias que no se pueden detectar con análisis se les llama “sensibilidades alimentarias”. La persona sabe que tiene la intolerancia porque mejora al evitar el alimento, pero no aparece ninguna reacción de ningún tipo (inmunitaria, bacteriológica, enzimática) en los análisis.
En la mayoría de los casos los análisis pueden encontrar las intolerancias más importantes, pero es necesario continuar trabajando en conocerse a uno mismo para dilucidar los detalles de la alimentación más adecuada.

* Terapias energéticas

Existen diversas terapias energéticas para detectar bloqueos energéticos a diferentes alimentos: la quinesiología, el método NAET, bioresonancia, etc. Son métodos que requieren mucho tiempo, ya que se prueban pocos alimentos en cada sesión. Se suelen encontrar algunas intolerancias, pero considero que los análisis médicos son más precisos, fiables y rápidos. En contrapartida, durante la misma sesión, se realiza un tratamiento para intentar sanar este bloqueo energético.
Antes de probarlo, aconsejo hablar con alguna persona que haya seguido el tratamiento. Mi experiencia personal no es muy positiva al respecto. También me cuestiono si se trata de un método natural que, al igual que la medicina convencional, sólo “apaga” las señales de alarma que el cuerpo envía indicando que existe un problema, pero la causa real del problema sigue allí.
La ventaja es que no es invasivo, por lo que puede ser interesante para los niños.

Una vez se ha identificado los alimentos intolerantes, utilizando cualquiera de los métodos anteriores (eliminación-reintroducción, provocación, análisis, energéticas) , se recomienda eliminar estos alimentos durante al menos un año para conseguir reducir los anticuerpos a un nivel aceptable. Los anticuerpos IgG, los responsables de la mayor parte de las intolerancias, tienen una evolución muy lenta, tanto para disminuir como para aumentar.

Cuestiones a considerar para identificar intolerancias

* Tiempo de tránsito intestinal

El tiempo de tránsito intestinal es el tiempo que tardan los alimentos en recorrer todo el tubo digestivo, desde la boca hasta el ano, y puede diferir mucho dependiendo del tipo de comida y de la velocidad digestiva propia de cada persona. La carne tarda mucho más tiempo en digerirse que los carbohidratos, y éstos más tiempo que la verdura y la fruta. Normalmente una comida que contiene verdura, carbohidratos y proteínas puede tardar entre 24 y 72 horas en realizar todo el trayecto; pero para algunas personas, sobretodo las mujeres, puede tardar todavía más. Así que las posibles reacciones de un alimento pueden tardar en aparecer varios días, y hasta una semana en algunos casos.

* Manifestación de las intolerancias

Se suele hacer la asociación entre problemas gastro-intestinales y la alimentación, pero es más raro que se relacione nutrición con dolor, fatiga, auto-inmunidad, alergias respiratorias y asma, vista, huesos, trastornos del comportamiento, problemas del aprendizaje y cognifivos - exceptuando los padres de niños autistas -, enfermedades degenerativas, etc.
Nuestra nutrición tiene un impacto en todas las partes del cuerpo, aunque no nos demos cuenta de forma inmediata. Las enfermedades crónicas pueden ser el resultado de la consumición regular de alimentos a los cuales hay una intolerancia, lo cual tiene un efecto acumulativo.

* Gravedad de las enfermedades

La gravedad del estreñimiento no es la misma que la del asma, y este no es tan importante como un cáncer.
Algunos alimentos pueden ser responsables de ligeros malestares gastro-intestinales, mientras que otros pueden provocar dolores agudos, o enfermedades degenerativas.
Por supuesto, sería perfecto si pudiéramos conseguir disfrutar una salud perfecta, pero a veces no es posible. Entonces, es preferible sufrir algunas pequeñas incomodidades que dolorosas enfermedades crónicas.
Por ejemplo, a menudo las personas se quejan de que las frutas y verduras les hacen sentir flatulencias y gases. Así que se les diagnostica intolerancia a la fructosa, o se les recomienda seguir la dieta FODMAP, eliminando la mayor parte de frutas y verduras, con el consecuente aumento en granos y productos animales. Esto puede aliviar su problema intestinal, pero nuevos problemas de salud aún peores pueden aparecer, como enfermedades inflamatorias, cardiovasculares, auto-inmunes, neurológicas y degenerativas.
Solemos prestar mucha atención a nuestras perturbaciones gastro-intestinales, y es bueno; pero es más importante prevenir enfermedades más serias.

* Intolerancia a ciertas sustancias

Las intolerancias pueden deberse a ciertas sustancias presentes en varios alimentos, por ejemplo, a la histamina presente en el pescado, cerdo, algunas frutas y verduras, todos los productos fermentados (carne, verduras, leche, etc), chocolate, marisco, etc; o a la solanina presente en las patatas, tomate, pimiento y berenjena. En otros casos, las intolerancias son tan específicas como a una cierta variedad de un alimento, por ejemplo, únicamente a las patatas rojas, o a las ciruelas claudias.
También se puede tener una intolerancia a la forma de preparar la comida, por ejemplo, a los fritos, o a los ahumados; o al aderezo utilizado.
Es posible ser sensible a alguno de los materiales utilizados en la cocina o en el envoltorio de los alimentos. Por ejemplo, al aluminio, el cual está presente en algunas cazuelas, en el papel de aluminio, y es uno de los adyuvantes de las vacunas; o el mercurio, el cual se encuentra en el pescado azul de talla grande, vacunas, amalgamas, etc.
Existen algunos tests para determinar si hay una intoxicación o una hipersensibilidad a ciertas sustancias, pero encontrar la fuente de dicha sustancia puede ser difícil, ya que estamos rodeados de tóxicos. A veces parece que sólo hay una solución: ir a vivir a una cabaña en el campo o la montaña, cultivando nuestros propios alimentos.

* Cantidad, frecuencia y combinación

La intensidad de las enfermedades causadas por algunas intolerancias suelen depender de la cantidad y de la frecuencia del alimento ingerido durante la semana.
Hay incompatibilidades entre alimentos. La carne, por ejemplo, es incompatible con muchos otros alimentos, sobretodo los carbohidratos y la fruta. Tomar fruta como postre puede ser la causa de que la fruta no siente bien, mientras que no se tiene ningún problema si se toma sola.

* Adicciones e intolerancias

Normalmente, se desarrolla una adicción a los alimentos a los cuales se es intolerante. Al empezar la dieta de evicción de un alimento al que se es intolerante, se suele producir un empeoramiento temporal al principio, el cual puede durar de unas semanas a meses, según la persona. Se trata del llamado síndrome de abstinencia y síndrome de extinción. Estos síndromes se explican a partir de varias teorías:
1) Algunos de los alimentos a los que se es intolerante, gluten y caseina principalmente, crean una dependencia, ya que producen péptidos opioides que actúan como el opio o la morfina.
2) La intolerancia conlleva una inflamación, la cual se contrarresta con la liberación de endorfinas internas, que son las substancias del bienestar. Cuando la inflamación ya no existe, no hay producción de endorfinas y no hay sensación de bienestar.
3) Al evitar los alimentos intolerantes que alimentaban las bacterias indeseables del intestino, éstas se mueren de hambre, y al morir liberan gran cantidad de toxinas, las cuales producen el empeoramiento de los síntomas. Es el síndrome de extinción.
4) Las bacterias indeseables que se alimentan de los alimentos intolerantes han “secuestrado” la persona, enviando señales al cerebro para que la persona continúe comiendo esos alimentos que las están nutriendo. No obedecer estos mensajes-órdenes requiere poseer una gran conciencia y fuerza de voluntad.
Como regla general, un alimento al que no se es intolerante no produce ningún efecto importante en la salud cuando se elimina. Por ejemplo, cuando dejamos de comer cierta fruta o verdura porque se acaba la temporada no se siente ningún empeoramiento ni mejora. En cambio, la mayoría de personas experimentan un impacto importante en la salud al poco tiempo de dejar de tomar cereales con gluten, productos lácteos, azúcar, café, chocolate, etc.

* Intolerancias enmascaradas

Algunas intolerancias enmascaran otras. Así por ejemplo, la intolerancia a las frutas (fructosa) puede ser debida a una intolerancia a la carne y pescado. El largo tiempo necesario para realizar la digestión de las proteínas animales bloquea el paso de las frutas en el intestino, las cuales fermentan y liberan gases y toxinas, provocando flatulencias y problemas gastro-intestinales que se asocian a una intolerancia a la fructosa.
Muchas veces la causa de que un alimento no siente bien no es el alimento en sí, sino otras circunstancias, como la forma en que ha sido cocinado, la calidad del alimento, el aceite, la grasa o la salsa que se ha utilizado, etc.
La mayoría de mis pacientes se compadecen de que al evitar el gluten empiezan a tener más problemas gastro-intestinales, mientras que el resto de problemas de salud, sean dolores, alergias, infecciones, etc., disminuyen ostensiblemente. No se conoce exactamente la razón, pero seguramente lo que sucede es que al eliminar el gluten el cuerpo se “despierta”, deja de estar “drogado”, y detecta más fácilmente cuando otros alimentos son perjudiciales. Así por ejemplo, el azúcar puede empezar a dar problemas digestivos, con hinchazón y gases, cuando anteriormente no sucedía. Seguramente también existía anteriormente una intolerancia a la sacarosa, pero la persona no se daba cuenta.

* De las mayores intolerancias a las más pequeñas

Se puede tardar varios años en encontrar toda la lista de alimentos intolerantes para una persona. Se empieza con las grandes familias: gluten, lácticos, frutos secos, huevos,… y después se van encontrando los pequeños detalles, por ejemplo, los champiñones, las fresas, etc.
Cambiar las rutinas diarias puede ayudar a encontrar intolerancias. Aprovechar los fines de semana, los períodos de vacaciones o viajes para comprobar si los síntomas cambian de intensidad: aumentan o disminuyen. Puede dar una pista de cuál es la causa o el origen de la enfermedad al que se está expuesto en la vida cotidiana y que es diferente durante las vacaciones.

* La evolución de las intolerancias

Una vez se han identificado las intolerancias, éstas pueden evolucionar a lo largo del tiempo, sobretodo si no se repara el intestino. Es lo que suele suceder al substituir, por ejemplo, el gluten que provoca la enfermedad celíaca por cereales sin gluten para celíacos como el maíz o el arroz. Después de cierto tiempo de tomar estos cereales aparece una intolerancia a éstos también. La explicación a este suceso es que las intolerancias, sobre todo las inmunitarias, aparecen debido al síndrome del intestino permeable, una condición en la que el intestino está “agujereado” y deja pasar a su través proteínas parcialmente digeridas, las cuales son identificadas como invasores por el cuerpo y activan las defensas. Así que la persona se vuelve intolerante a más y más alimentos con el tiempo.
Es necesario reparar el síndrome del intestino permeable para acabar con las intolerancias. Esto es un proceso complejo, ya que el intestino permeable tiene diversas causas: estrés, disbiosis de la flora intestinal, productos tóxicos, medicinas, etc.
Mi consejo es evitar reemplazar las intolerancias alimentarias con otros alimentos que tienen un alto riesgo de producir intolerancias, por ejemplo, no substituir trigo por maíz, leche de vaca por leche de cabra, huevo de gallina por huevo de codorniz, almendras por avellanas, etc.
Otro consejo para que no aparezcan nuevas intolerancias es implementar una rotación de alimentos de al menos cuatro días, de forma que se puede repetir el mismo alimento solamente cada cuatro días. Esto es especialmente importante en productos que tomamos a diario, como aceites, condimentos, salsas, etc.
Cuando el nivel de anticuerpos IgG a un alimento se ha normalizado, proceso que suele tardar al menos 1 año, se puede intentar reitroducir el alimento para comprobar si la intolerancia se ha superado.
Se debe tener en cuenta que al tomar de nuevo un alimento al que se era intolerante, el cuerpo puede ser que tarde un tiempo considerable en volver a llegar a un nivel de anticuerpos en el que se manifiesten los síntomas, en algunos casos varios días, en otros semanas y en otros hasta meses.
También es importante saber que una intolerancia no estará sanada hasta que el síndrome del intestino permeable haya sido completamente reparado.

En resumen, para conocerse uno mismo es importante desafiar el cuerpo, atreverse a hacer cambios en la alimentación, poner en duda todas las ideas preconcebidas y probar diferentes dietas.
Combinando varias estrategias: realizar análisis, buscar el consejo de un terapeuta en nutrición y realizar dietas de eliminación-reintroducción, suele ser lo que da mejores resultados.